Comentario
La investigación prehistórica resulta mucho más compleja cuando se analizan los periodos de transición, como es el caso que nos ocupa. Se deben analizar los cambios socioeconómicos a partir de un registro arqueológico con frecuencia reducido, donde los datos se muestran a menudo inconexos, y no permiten generalizaciones sin evitar el caer en una excesiva simplificación. Hemos de preguntarnos cómo se modificó la vida de las sociedades cazadoras-recolectoras que ocupan el territorio peninsular antes y durante la aparición y el desarrollo inicial del Neolítico, cuándo, cómo y por qué aparecen la ganadería y la agricultura, cuál es el proceso de desarrollo de los asentamientos sedentarios, y de qué manera podemos caracterizar los cambios tecnoculturales y socioideológicos. Estos aspectos, estas variables, estos conceptos, sólo son abordables, en el estado actual de la investigación, desde una perspectiva regional.
Existe una gran dificultad en establecer una sistematización los orígenes y el desarrollo del Neolítico en la Península Ibérica. Este fenómeno es debido, en parte, a que la investigación se ha centrado durante su trayectoria histórica en la identificación y clasificación del registro empírico, sin hacer inferencias de valor más general, en particular hacia los aspectos económico-sociales. Así, la cerámica ha constituido el eje de las investigaciones, asimilando su presencia como indicadora de un cambio cultural y económico. Sólo recientemente se han incorporado estudios más exhaustivos que cubren los aspectos económicos como la investigación de los restos de fauna y vegetales, que, junto con palinología, antracología, etc., permiten fijar el medio donde se desarrollan las comunidades y la relación de éstas con su entorno. Por otra parte, esta dificultad se acentúa con un desarrollo de la investigación muy desigual entre diferentes áreas y en las diversas fases.